Quien apuesta a la formación de los jóvenes contribuye a la construcción de un mundo sostenible
En el Día Internacional de la Juventud compartimos una historia que ejemplifica la importancia de brindarles oportunidades de crecimiento a las y los jóvenes.
Son muchas las personas en el mundo que, sin saberlo ni planificarlo, impulsan la Agenda 2030 para que nadie quede excluido y sueñe con trascender. Aldana Loiseau es una de ellas, su dedicación y trabajo se centra en la formación de las nuevas generaciones. Lo hace desde uno de los pueblos más norteños de la Argentina, Humahuaca, Jujuy, a 3000 metros de altura, una región con mucha riqueza natural y cultural, pero con marcadas carencias socioeconómicas. Humahuaca alberga una población de 6.500 habitantes, muchos de ellos de descendencia quechua.
Aldana es hija de Carlos Loiseau (Caloi), uno de los dibujantes de historieta argentina más reconocidos en Latinoamérica, Estados Unidos y Europa, creador del personaje Clemente, un ícono de la cultura popular futbolera, que tiene un monumento alusivo en Buenos Aires. Continuando el legado de su papá Aldana eligió el camino del arte, en el cual no solo forjó su propia identidad luciéndose con sus producciones audiovisuales en el país y en el exterior, sino que además eligió compartir su conocimiento con la juventud.
En el año 2000, con solo 22 años, fundó el Taller de cine y expresión con el fin de empoderar a los jóvenes de la región, cuyos recursos son extremadamente limitados en comparación con sus pares de las zonas más urbanizadas de la Argentina. En ese espacio, adolescentes de entre 13 y 18 años tienen la posibilidad de incorporar técnicas de fotografía, realización y edición de video que les permiten insertarse en el plano de las nuevas tecnologías, adquirir herramientas que los incentiven a continuar con sus estudios una vez que culminen la escuela, y aspirar a un futuro profesional que les garantice una fuente laboral.
“Dentro de las actividades que realizamos en el taller la parte emocional es muy importante, muchos alumnos ganaron premios y pudieron superar obstáculos personales, levantar su autoestima, insertarse mejor socialmente, es una construcción colectiva, eso a los jóvenes les gusta mucho, y hoy el mundo de los jóvenes es imagen y sonido”, reflexionó Aldana, quien continuó diciendo: “Pienso que es un espacio donde pueden volcar todo lo que les sucede de forma creativa. Algunas chicas y chicos definieron su vocación y ya están estudiando cine. Creo que conocer las herramientas tecnológicas y cómo pueden usarse para generar arte los empodera.”
El cuidado a la Madre Tierra como eje central de los contenidos que producen las y los jóvenes jujeños
Tanto en Humahuaca como en todas las ciudades de Jujuy y del noroeste argentino la Madre Tierra o Pachamama es venerada y defendida, se celebran rituales ancestrales para honrarla, ya que es considerada un símbolo de fecundidad por su capacidad para producir y cuidar plantas, animales y alimentos. Las nuevas generaciones crecen con el respeto a esas tradiciones y creencias milenarias y eso hace que consideren prioritaria la necesidad de proteger al planeta y sus recursos y se preocupen cuando son testigos de desastres climáticos. Esta preocupación por el medioambiente hace que enfoquen la mayoría de los contenidos visuales que producen en el taller en la preservación de la naturaleza.
“En general los jóvenes jujeños tienen muy incorporadas las temáticas del cuidado de la Madre Tierra, están constantemente hablando de los desastres ecológicos, muchos eligieron ser vegetarianos o veganos, tienen mucha conciencia ambiental. Con los más chicos trabajamos casualmente hace una semana un corto sobre la contaminación y la quema de los bosques. Hablan de cambio climático con total naturalidad”, dice Aldana, quien también logró plasmar la importancia de la Madre Tierra en muchas de sus realizaciones, una de ellas, es una serie de animación en hecha en arcilla titulada “Pacha, barro somos”, fue premiada en el Festival internacional de cortos de Portugal en 2020.
Motivar a la juventud en tiempos de pandemia
El Taller de cine y expresión de Humahuaca se realiza en la Casa Tantanakuy, creada en el año 2000 por iniciativa del reconocido músico argentino Jaime Torres. Este centro cultural siempre fue considerado un lugar de encuentro y profundización social más allá del aprendizaje, hasta que llegó la pandemia de Covid-19 que también obstruyó la continuidad de ese momento semanal que daba a los jóvenes la motivación necesaria para confiar en sus capacidades y la fortaleza para creer en el futuro. Sin embargo, Aldana no se rindió y busco alternativas, desafiando a la precariedad en la conexión a internet con la cual se acostumbraron a vivir en la zona, dio las clases de manera virtual a los más chicos quienes utilizaban los teléfonos de sus padres, mientras que para los más grandes ya cansados de la exposición constante ante la pantalla, preparaba clases presenciales individuales.
“Fue complicado porque los jóvenes tuvieron que adaptarse a las nuevas reglas del mundo, a una consciencia social nueva y comprender lo que estaba ocurriendo: entender el virus, las formas de prevención y normas de convivencia con toda la familia en la casa, entender a sus docentes que a su vez estaban entendiendo las nuevas tecnologías”, explica Aldana. “A los más chicos pude enseñarles técnicas y herramientas para que se independicen y aprendan en sus casas solos, con mucha colaboración de los padres que les prestaban sus dispositivos pudimos avanzar un montón. Con el grupo de estudiantes más grandes no fue tan sencillo, organizaba encuentros individuales y me focalizaba en las necesidades de cada uno, específicamente en la utilización de software, y finalmente lograron editar sus propias películas, aunque percibí que el aislamiento los afectó mucho. Noto que les cuesta establecer vínculos fuertes, y no están logrando relacionarse de la misma manera, por otro lado, tienen cierta reticencia a volver a la virtualidad.”
La continuidad, aunque adaptada a la realidad, permitió que no abandonaran ni el taller ni sus proyectos y, a mitad de año y con todos los protocolos adecuados para evitar contagios, pudieron retomar los encuentros grupales para seguir perfeccionando sus capacidades y al mismo tiempo recuperar el vínculo social presencial que ningún dispositivo tecnológico logra reemplazar.