El Secretario General de la ONU recibió el título de Doctor Honoris Causa por parte de la Universidad Nacional de Córdoba
La ceremonia de reconocimiento se realizó en la sede de la ONU en Nueva York.
La distinción a António Guterres la otorgó personalmente Hugo Juri, rector de la Universidad Nacional de Córdoba en un acto que se llevó a cabo de manera presencial en el edificio de las Naciones Unidas en la ciudad de Nueva York, y había sido aprobada en febrero por el Consejo Superior a fin de destacar su labor en materia de la defensa y el respeto a los derechos ambientales, los derechos humanos y a la democracia.
A continuación compartimos el discurso de recepción que expresó el Secretario General durante la ceremonia el 12 de abril:
Estimado Doctor Juri, Estimado Doctor Talavera Siles, Estimada Doctora Cravero, Señoras y señores: Me complace darles la bienvenida a las Naciones Unidas. Estoy feliz y emocionado por recibir el título de Doctor Honoris Causa de la Universidad de Córdoba, un lugar único en el que se escribió la historia de Argentina. Es un gran privilegio unirse a una lista de galardonados tan prestigiosos como Shimon Peres, Rodrigo Borja o mi amigo Felipe González. Sé que, con este premio, también están rindiendo homenaje a la labor de las Naciones Unidas.
La situación actual no me permite venir hasta Córdoba, así que les agradezco que hayan venido a Nueva York. De hecho, nunca desde la creación de las Naciones Unidas nos hemos enfrentado a una conjunción de crisis tan graves – una verdadera tormenta. Mientras el mundo continúa luchando por recuperarse de la pandemia del COVID-19, una violencia sin sentido está extendiendo muerte y destrucción. La guerra en Ucrania no sólo amenaza la paz y seguridad mundial, sino que además agrava las vulnerabilidades económicas y sociales preexistentes en muchos otros rincones del planeta. Los precios de los alimentos, del combustible y de otros bienes básicos se están disparando, como ya estamos viendo en toda América Latina, una región que ya tuvo que soportar los peores embates de la pandemia. Al mismo tiempo, la guerra nos está mostrando cómo la dependencia mundial de los combustibles fósiles pone la seguridad energética, la acción climática y toda la economía mundial a merced de la geopolítica.
Esto sólo agrava la crisis climática, que ya está causando estragos en todo el mundo. Finalmente, en el caos del espacio digital, la verdad se difumina mientras que las teorías conspirativas y el odio alimentan divisiones. Todos estos problemas ilustran la urgente necesidad de reinventar la cooperación y gobernanza mundiales para alcanzar nuestras aspiraciones comunes que son la paz, el desarrollo sostenible, los derechos humanos y la dignidad para todos. Queridos amigos: El COVID-19 también ha menoscabado la educación y ha aumentado las desigualdades en su acceso. Como exprofesor, soy consciente de lo perjudicial que es esta crisis de aprendizaje para los jóvenes. Pero también de las graves consecuencias que tiene para el futuro de nuestras sociedades.
Sin sistemas educativos eficaces e inclusivos, no podremos satisfacer las necesidades de los mercados de trabajo, avanzar en los derechos humanos y la igualdad de género o fortalecer las instituciones democráticas. En este contexto, convocaré en septiembre una Cumbre sobre la Transformación de la Educación, para que los líderes mundiales, los jóvenes y todas las partes interesadas en la educación puedan reunirse y avanzar. La educación debe ser un bien público preeminente y una fuente de progreso. Y las universidades tienen muchas de las soluciones que necesitamos. Climatólogos, epidemiólogos, abogados, economistas e investigadores de tantas otras disciplinas, se empeñan en impulsar el bien común. Nuestras sociedades necesitan centros universitarios que promuevan una enseñanza innovadora en la que los alumnos no sólo aprenden, sino gracias a la cual aprendan a aprender. Es así – pensando por sí mismos, buscando siempre la verdad – como los alumnos superarán los límites actuales del entendimiento humano y pondrán sus talentos al servicio de la humanidad y de los retos que les tocará vivir.
Esta es una de las misiones más nobles e importantes a las que podemos aspirar. Como una de las universidades más antiguas y grandes del continente americano, la Universidad de Córdoba hace honor a esta misión. Desde el primer cuarto del siglo XVII, cuando los jesuitas abrieron el Colegio Máximo, hasta nuestros días, su institución ha sido un importante foco de influencia cultural, científica, política y social, que ha sabido renovarse constantemente para responder a los retos de su país y del mundo en general. Como miembro del Impacto Académico de las Naciones Unidas, la labor de esta Universidad está plenamente alineada con la Agenda 2030.
Sus programas de becas, sus proyectos de desarrollo tecnológico y artístico, así como sus esfuerzos con las comunidades locales pueden contribuir a reducir la desigualdad y a alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
Por ello, es un verdadero placer y honor recibir el premio de Doctor Honoris Causa de la Universidad Nacional de Córdoba, y se los agradezco de corazón. Muchas gracias.