Nicolás Marín: un joven elegido
Con tan solo 23 años es fotógrafo subacuático para National Geographic y documentó los efectos del cambio climático en el ártico para un programa de la ONU
Nicolás ya ha acumulado más experiencias de las que algún día pudo soñar, y es que su perseverancia y prematura preocupación por dejar un legado lo han conducido hacia un camino en el cual la vida y las oportunidades lo fueron eligiendo para aprovechar su juventud y energía plena.
Creció en San Miguel, provincia de Buenos Aires, Argentina, un lugar sin acceso al mar, pero su familia cuenta también con una propiedad en Mar del Plata, la ciudad balnearia a la cual concurría con frecuencia a vacacionar, y la que lo acercó al océano desde pequeño. Según él mismo recuerda, era durante esas incursiones que se le despertaba la curiosidad sobre el mundo submarino que veía con su papá en los documentales de National Geographic, y que se convertiría más tarde en el eje central de su aspiración personal.
Fue la vida misma quien le iba señalando su norte, y si bien durante su adolescencia todo indicaba que sería el tenis el pasaporte a sus logros, ya que sus resultados dentro de la cancha le permitieron competir a nivel internacional, a los 17 años Nicolás se animó a rechazar un ofrecimiento de una universidad norteamericana que le aseguraba sus estudios a cambio de su compromiso con ese deporte representando a la institución.
“Me encantaba el tenis, y tenía las cualidades, pero sentí que no quería irme del país en ese momento, que si apostaba todo al tenis y no conseguía crecer lo perdería todo, sentía que no era el camino. Estaba muy triste, no sabía qué estudiar y descubrí un curso de creatividad e innovación. Insistí para que me dejaran inscribir porque estaba orientado a gente más grande, con profesiones definidas, y yo aún cursaba mis estudios secundarios. Ese curso me dejó enseñanzas muy importantes, me incentivó a idear mi propia carrera, y a sumarme a otra propuesta de formación: la escuela de creativos.”
Fue en esa entidad que Nicolás comenzó a adquirir diversas habilidades y a profesionalizarse en la fotografía. “Un día entre los estudiantes compartieron un anuncio sobre una búsqueda de fotógrafo submarino en Cozumel, México y yo, sin tener conocimientos sobre ese estilo de fotografía, decidí aplicar, mi experiencia era muy poca pero mis granas muchas”, recuerda con una sonrisa. “Increíblemente y entre cerca de 1000 postulantes me eligieron a mí”, fue en ese momento que sin saberlo dio inicio su verdadera vocación que luego se transformó en pasión.
En 2019 llegó a Cozumel, nunca había buceado. “Lo mismo que haces en tierra intenta hacerlo bajo el agua”, le dijeron al unirse a la empresa que lo contrató. “Al principio me sentía muy frustrado, no podía hacer las dos cosas al mismo tiempo, y opté por dar un paso a la vez, primero aprendí a bucear y luego le incorporé la fotografía submarina. De a poco comencé a descubrir un universo marino que no conocía, y pedí ayuda a varios biólogos para que me enseñaran a identificar las especies. Entonces sentí que me gustaba lo que hacía y que podía añadirle a la fotografía la ciencia y más adelante el activismo, sumando éstos tres ítems empecé a encontrar al Nico que quería.” El sueño comenzaba a expandirse, diversas empresas lo contactaron para patrocinar su labor y Nicolás pudo comprar su primer cámara de fotos submarina.
La pandemia intento desenfocar su destino, pero él volvió a hacer foco
Con el objetivo bien definido, en diciembre de 2019 regresa a la Argentina para pasar las fiestas con su familia después de un año muy fructífero. Previo a su llegada se le ocurrió enviar material fotográfico a los medios de comunicación y una vez en su país lo entrevistan de los diarios más leídos, su historia se siguió visibilizando, y recibía cada vez más convocatorias de patrocinadores. “Empecé a sentir que la gente se entusiasmaba con el trabajo, se incrementaba la cantidad de seguidores en las redes y me comunican que había sido aceptado para documentar un proyecto de restauración de corales en las Islas Borneos, en Malasia. Todo fluía de manera perfecta, ya tenía mi viaje organizado para abril de 2020, y llegó la pandemia, se cayó la iniciativa y me quedé encerrado en cuarentena en mi casa de San Miguel, lejos del mar y de todo lo que había ido construyendo para mi futuro.”
“La pasé muy mal, mi sensación era de depresión, sentía que mi sueño se desvanecía, que el impulso que había logrado lo iba a perder, que forzosamente tenía que dejar algo que me encantaba. Estuve casi todo el 2020 encerrado sin motivación, nada me contentaba, hasta que en 2021, cuando la situación sanitaria se flexibilizó, mi papá me propuso ir a la casa de Mar del Plata para que pudiera rescatar mi ánimo.” Ese fue el momento clave para que Nicolás se reconectara con su esencia, con lo que le hacía bien. Recuerda que al volver a estar cerca del océano recuperó la motivación y las ideas. Decidió quedarse un tiempo allá, y se asombró al ver la cantidad de basura que había en la costa, organizó una limpieza de playas y un desafío por redes sociales en el cual incentivaba a las personas a subir fotos de contaminación costera con el #esto no es de la playa.”
Fue volviendo a ganar confianza, hasta que entendió que estaba listo para dar un paso más, leyó por internet una noticia sobre Enrique Piñeyro, el reconocido piloto argentino que con su propio Boeign 787 realiza tareas humanitarias como trasladar refugiados ucranianos hacia otros países europeos, y se sorprendió al descubrir que en aquel momento había organizado un vuelo especial para la prensa a fin de mostrar desde el aire la pesca irregular. Nicolás sin conocerlo le escribió manifestándole su interés por formar parte de alguna experiencia similar para poder documentar a través de la fotografía y, si bien ese viaje ya estaba terminado, a los dos meses Piñeyro lo invitó a una expedición en Senegal, un país amenazado por las consecuencias de la pesca clandestina. Otra vez Nicolás era uno de los elegidos.
“Me sorprendí cuando me contactó la gente del equipo de Piñeyro, no lo esperaba, me invitaron solo a mí y a otro periodista de Infobae. ¿Por qué me eligió? Yo creo que, porque no tenía ninguna empresa detrás, no estaba ligado a intereses, seguramente percibió que yo estaba trabajando para llegar al corazón de la gente de manera trasparente y a través de una forma de comunicación distinta.”
“Una vez que logramos documentar la situación en Senegal, teníamos planificado otro rumbo que también refleja las inclemencias del cambio climático, viajaríamos a la isla de plástico que se formó en el pacífico entre California y Hawaii, debido a la acumulación de basura flotante, pero las condiciones meteorológicas no nos lo permitieron, esperamos unos días en Aruba, y se desestimó el plan. Yo igual decidí quedarme una semana en Aruba para perfeccionar la fotografía submarina.”
Pero otra vez la pandemia volvería a ponerlo a prueba, a pocos días de regresar a Argentina, un rebrote de Covid-19 le impide la salida de la isla que permanecía blindada, con el agravante que Nicolás solo tenía dinero para mantenerse esa semana. Luego de buscar varias alternativas, y acorde a la visibilidad que su trabajo venía adquiriendo, consigue que la entidad de turismo de Aruba lo reconozca como personalidad destacada y con ese respaldo comenzó a brindar capacitaciones y presentaciones enfocadas en la fotografía submarina, que le permitieron sostenerse económicamente allí por seis meses.
Los sueños están para cumplirse, hay que ir por ellos
Durante ese período de tiempo en Aruba, ya con una experiencia más consolidada y sin perder su sueño de vista, se le ocurrió enviar su CV a National Geographic, y fue un buen intento porque lo contactó una directora de la compañía, que lo incentivó para que enviara un proyecto. ¿Qué pasó? Nicolás nuevamente era uno de los elegidos.
“Recuerdo que ya en Argentina, estaba trasladándome en tren hacia la casa de un amigo, a cada rato revisaba mi casilla de email, porque sabía que en esa fecha estaban por anunciar los proyectos ganadores, y llega el email con la noticia, me puse a llorar de la emoción, y ahí me di cuenta de que mi sueño había empezado.”
Fue en agosto de 2022, con su primera expedición que se convierte en joven explorador de Natgeo, con su proyecto: “Migrantes del Pacífico” para documentar la ruta migratoria de los tiburones martillo y mantarrayas gigantes en las Islas Galápagos. En noviembre del mismo año da continuidad con la segunda parte de la iniciativa, esta vez siguiendo los movimientos de las ballenas grises, orcas y cachalotes, en Baja California en México, aún se encuentra allí a pocos días de finalizar el registro fotográfico.
Fue uno de los jóvenes líderes por los ODS, Programa de la Década de los Océanos de las Naciones Unidas
En el marco del Decenio de las Naciones Unidas de las Ciencias Oceánicas para el Desarrollo Sostenible (2021-2030), el "Decenio de los Océanos", se realizó en mayo la edición 2023 de un programa académico que invita a jóvenes lideres de diversos países que desde su profesión ejercen su aporte a la sustentabilidad, para viajar al ártico a bordo del barco Peace boat us.
Para esta hazaña, Nicolás también fue uno de los elegidos, y la disfrutó como una enorme chance para obtener fotografías inéditas de especies y paisajes, muchas de ellas reflejan las consecuencias del calentamiento global en una de las regiones claves para la regulación del clima del planeta.
“Fue una experiencia increíble, subimos al barco en Londres, viajamos a Noruega, luego nos dirigimos a Svalbard, un archipiélago que es el punto más cercano al polo norte, y después a Islandia. Yo fui como fotógrafo, había otras chicas y chicos biólogos y activistas. Pude tomar unas fotos muy buenas de ballenas, delfines, aves marinas, bloques grandes de hielo, y enriquecimos nuestro conocimiento sobre el efecto del cambio climático, aprendimos cómo las corrientes del océano atlántico y su aumento de temperatura influyen al mezclarse con el agua del círculo polar ártico con consecuencias evidentes en el derretimiento del hielo.”
Su agenda ya está comprometida para los próximos meses, tiene previsto unirse a varios proyectos, entre ellos “Darwin 200”, una iniciativa de conservación basada en ciencia medioambiental e historia que también capacita a jóvenes líderes y los incentiva a realizar acciones sustentables, a la cual Nicolás se sumará en octubre en un barco de expedición que zarpará desde Brasil para producir un documental sobre pulpos y tiburones.
“A futuro, si pienso en un nuevo sueño a concretar, me gustaría mucho llegar a la fosa de las Marianas, el punto más profundo del planeta, me encantaría poder bucear allí, solo se bajó dos veces en la historia, y tener la suerte de encontrarme con una especie aún no descubierta y poder nombrarla”, expresó sin dudar.
Siempre creer y encontrar el propósito personal para llegar lejos
Por todas las veces que fue elegido, pero también por todas las otras que se frustraron y le dieron el impulso para conocerse y descifrar su rumbo hacia la felicidad, Nicolás menciona la palabra “sueños” con mucha frecuencia en sus relatos, y es que creer en sí mismo y en la posibilidad de acercar el interior del océano a quienes no tienen ese acceso es lo que lo llevó a alcanzar sus metas.
“¿Quién podía pensar que, desde San Miguel, un lugar que no tiene mar, se podía llegar a ser explorador submarino de National Geographic? Hay que dejarse llevar por lo que uno sueña por más inalcanzable que parezca, comenzar por micro hábitos que te vayan acercando a tu objetivo es un buen puntapié, no perderlo de vista y persistir, y ser buenas personas, porque son las relaciones humanas las que te permiten alcanzar mayor cantidad de proyecto. Los jóvenes siempre tenemos sueños. En materia de cambio climático las nuevas generaciones llegaron para comunicar lo que está ocurriendo, de manera distinta y desde diversos ámbitos, hoy la ciencia cada vez tiene más respaldo de la juventud. El rol de las y los jóvenes es de comunicación sin temores y de acción concreta, y la gente más adulta también se está involucrando con los reclamos, porque se dan cuenta que no es una cuestión generacional sino de valores y principios.”
¿Concentrarse en la foto perfecta o vivenciar el momento?
Una de las disyuntivas a la cual se enfrentan quienes se dedican a la fotografía es si capturar el momento solo para la cámara o disfrutar ese instante único que lo hace histórico, y preservarlo en la mente. Nicolás encontró su propia solución: “Al principio me pasaba que solo tomaba la foto y luego me arrepentía de no haber vivenciado más el momento, y la fórmula que encontré es ir más veces, y muchas de esas veces dejo la cámara de lado y observo el comportamiento de las especies, la vida en el océano, quizás mi mejor fotografía hoy la tenga en mis ojos.”
“Yo creo que a veces la clave de una buena imagen es cómo percibimos nosotros ese momento para poder inmortalizarlo y compartirlo con los demás. Yo por lo general me creo las fotos en mi mente y voy en busca de ellas, pero disfrutar es clave. Como lo disfruto tanto hago la foto para que más gente lo pueda disfrutar conmigo, porque las fotos comunican para toda la eternidad. La repercusión la veo en los mensajes que recibo en las redes sociales, donde inclusive niñas y niños se entusiasman con poder aprender sobre los animales y es muy gratificante cuando sus padres y abuelos me cuentan que se motivan con la idea de algún día poder ser exploradores, me recuerda a mi niño interno que quisiera conservar para toda la vida.”
A punto de cumplir 24 años, seguramente Nicolás continuará eligiendo el rumbo de su carrera, y es que en definitiva esa elección estratégica, perseverante y entusiasta, lo ha ayudado y ayudará a seguir siendo un joven elegido.