A 75 años de la Declaración Universal de Derechos Humanos
Por Claudia Mojica, Coordinadora Residente de las Naciones Unidas en Argentina y Jan Jarab, Representante de ONU Derechos Humanos en América del Sur.
El 10 de diciembre 2023 tendrá lugar el cambio de mando presidencial en Argentina, en una fecha que coincide con la celebración a nivel mundial del 75 aniversario de la Declaración Universal de Derechos Humanos. Adoptada en 1948, la Declaración es un texto que no deja de inspirarnos: es el instrumento que reúne derechos civiles y políticos con los económicos, sociales y culturales, y aunque por largas décadas divididos y hasta contrastados de forma indebida por el contexto de la guerra fría, los Estados Miembros de las Naciones Unidas les reconocieron como indivisibles e interconectados.
En muchas partes del mundo aún enfrentamos violaciones a los derechos humanos tan brutales que el panorama puede parecer poco alentador. Como se pregunta el Alto Comisionado Volker Türk en su último discurso sobre este día, “¿han fracasado los derechos humanos? No. Los derechos humanos no han fracasado. Es la indiferencia cínica por los derechos humanos, así como el no respetar y el no hacer caso a las advertencias sobre problemas de derechos humanos lo que nos ha llevado a esta situación. Una llamada de atención al hecho de que cuando se violan o se ignoran los derechos humanos, aparecen los conflictos.”
Sin embargo, cuando observamos la evolución global de los derechos humanos desde 1948, también se reconocen avances importantes. Lo que inicialmente fue "solo" una Declaración se convirtió a través de las décadas en una arquitectura robusta de nueve tratados internacionales vinculantes - y vale resaltar que Argentina es Estado parte en todos ellos. El país cuenta con instrumentos específicos que protegen los derechos de las mujeres, de todas las personas frente a la tortura y malos tratos, la desaparición forzada, la discriminación racial, de los niños y niñas, derechos de los trabajadores migratorios y de las personas con discapacidad.
Los derechos humanos no representan un mero catálogo estático de obligaciones. Son una construcción viva que refleja los cambios en nuestras sociedades y sus diferentes luchas, sobre todo la creciente sensibilidad de estas sociedades hacia los derechos de los "demás". Incluso, de los grupos que poco se mencionan en la Declaración (por ejemplo, personas con discapacidad) o no se mencionan en ella (como los Pueblos Indígenas o las personas LGBTIQ), pero que cuyos derechos y libertades fundamentales se desprenden del principio de igualdad y no discriminación de ese instrumento. Por supuesto, este desarrollo no se detiene: los derechos humanos van a tener que abordar nuevos o emergentes desafíos, relacionados con las nuevas tecnologías (de información, en el ámbito biomédico etc.), el cambio climático y actores clave (empresas, sector privado), y otros que al día de hoy no logramos avizorar.
Argentina es parte de esta narrativa de avances que a menudo fueron conquistados a través de décadas de lucha de los propios titulares de derechos. Por un lado, las graves violaciones de derechos humanos durante la dictadura militar en Argentina y en otros países impulsaron el desarrollo de varios mecanismos internacionales que siguen sirviendo al mundo entero hasta hoy, tales como el Grupo de Trabajo sobre Desapariciones Forzadas o la Relatoría Especial sobre Ejecuciones sumarias o Extrajudiciales.
Por otro lado, durante los 40 años de democracia ininterrumpida, Argentina logró no solo cambiar el rumbo, sino también convertirse en líder regional y global en materia de justicia transicional, estableciendo la política de derechos humanos como política de Estado (lo que se ha mantenido por diversas administraciones de gobierno) y contribuir a muchos procesos de derechos humanos a nivel internacional, como un actor fundamental de la escena multilateral. En este contexto, Argentina, fiel a sus compromisos internacionales de derechos humanos debe seguir sosteniendo sus avances y abordar los desafíos emergentes, contribuyendo a escribir la narrativa inacabada de los derechos humanos en el país y en el mundo.
Tal como señala el Secretario General de Naciones Unidas, “en la labor por actualizar los marcos globales y conseguir que sean más eficaces en el siglo XXI, los derechos humanos deben desempeñar un papel singular y central”. Y en palabras de Eleanor Roosevelt, quien lideró el grupo de redactores de la Declaración Universal, este esfuerzo debe continuar hasta que el respeto de los derechos humanos se convierta en la realidad cotidiana en los lugares más pequeños y lejanos.