Argentina envió 136 efectivos que integrarán el contingente argentino de la Misión de la ONU en Chipre.
Hoy partieron hacia Chipre 103 efectivos que integrarán el contingente argentino de la Misión de la ONU en ese país junto con otros 133 que partieron el 14 de agosto. Desde hace más de 40 años Argentina ha contribuido con tropas a las diversas operaciones de paz que las Naciones Unidas tienen desplegadas en el mundo. Para los cascos azules que vivirán su experiencia en 2020, la pandemia de COVID-19 también ha generado escenarios inéditos, un universo de situaciones nuevas que les obligó a modificar sus entrenamientos y a ejercer su rol como agentes humanitarios en sus misiones como cascos azules fuera del pais y tambien para asistir a sus compatriotas en la provincia de Buenos Aires.
Protocolos estrictos en la instancia de adiestramiento
Ya en febrero, unos días previos a que el virus COVID 19 arribara al país, (llegó el 3 de marzo) el Coronel Miguel Salguero, director del Centro Argentino de Entrenamiento Conjunto para Operaciones de Paz, CAECOPAZ, sabía que este año la preparación anual de los cascos azules iba a requerir la planificación de una estrategia cargada de protocolos y medias extremas para evitar los contagios, así diseñaron la burbuja a la cual solo ingresan ellos, los instructores y el personal de apoyo que no tiene contacto con nadie en el exterior de la misma.
Una vez sometidos a la prueba de detección de COVID 19, los cascos azules son aislados en el centro de entrenamiento por 15 días para participar de los ejercicios de entrenamiento previos a su partida. Los soldados se dividen en células de 4 a 5 personas, la mayoría de las clases son al aire libre con distanciamiento de 2 metros y tapabocas, y muchas de los ejercicios que antes se basaban en simulacros de roles, hoy son realizadas a través de plataformas online, con excepción de las vinculadas a la lucha contra el fuego y primeros auxilios.
No puede haber más de 4 personas por habitación, y las camas están bien distanciadas. El resto del personal que entra y sale del CAECOPAZ no puede tener contacto con ellos, y para que esto se cumpla delimitaron el predio con barriles. Para ingresar al comedor se les toma la temperatura, y se evalúa el olfato, una vez adentro hay un sistema ideado para que nadie manipule utensilios de cocina, excepto las dos personas que trabajan allí y no tienen contacto con el exterior del recinto. Las mesas, anteriormente preparadas para ser compartida por varios camaradas, hoy se ocupan de a una sola persona a la vez, y el monitoreo para el cumplimiento de las medidas está a cargo de la patrulla de bioseguridad.
“Al llegar al centro de entrenamiento me tuve que adaptar a todas las medidas de bioseguridad, protocolos, órdenes y normas sanitarias empleadas por este centro para la prevención y expansión del virus. Es de mi gratitud y considero que las mismas son ideales para la magnitud y seriedad que conlleva esta misión. Siento que estoy preparado para afrontar este desafío viajando a mi primera misión”, aseguró Gonzalo Kloster, Cabo Segundo de Infantería de Marina, quien es uno de los cascos azules que parte hoy hacia Chipre.
Para que la región sudamericana pueda perfeccionarse en la implementación de estas nuevas tácticas que responden a la realidad global, CAECOPAZ compartió estás buenas prácticas y experiencias con las fuerzas armadas de Perú, Uruguay y Brasil.
Los protocolos COVID 19 continúan en la misión en Chipre
Al llegar a Chipre los cascos azules deben permanecer aislados por 14 días antes de acoplarse con su contingente al servicio de la ONU. Si bien el mandato correspondiente a la misión no ha cambiado, se fortaleció la divulgación de información para la prevención del COVID-19 a través de campañas de concientización destinada a la población local con recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud y de las Fuerzas Armadas Argentinas.
Uno de los grandes logros del cuerpo de paz argentino es la implementación del corredor de bioseguridad, un túnel de descontaminación en el cual, a través de la utilización de amonio cuaternario, se aplican los procesos estipulados para situaciones de guerra química, conocimientos que también adquieren en sus cursos de instrucción con expertos antes de partir de Argentina. Estas ejemplares estrategias de prevención han hecho posible que, hasta el momento, no se produzca ni un solo contagio en el contingente.
Sirviendo a la sociedad argentina antes de servir en Chipre
La vocación que caracteriza a los cascos azules frecuentemente es capitalizada en Estados en conflicto bajo la bandera de las Naciones Unidas, los efectos del COVID-19 en la economía argentina les dio la oportunidad de ponerse al servicio de su propio país.
La demanda de asistencia alimentaria subió en Argentina de 8 a 11 millones de personas desde que comenzó la pandemia, y el 80% del personal de CAECOPAZ, aproximadamente 330 militares, se pusieron a disposición del país para colaborar en la distribución de 5 mil raciones diarias de comida en los barrios más vulnerables de la provincia de Buenos Aires, donde se concentra la mayor cantidad de personas que contrajeron el virus. La asistencia fue desde el 20 de marzo hasta el 1° de julio, cuando debieron enfocarse en su preparación para desembarcar en Chipre.
“Esta fue una misión muy especial, estamos muy reconfortados y felices de haber hecho un gran trabajo humanitario en el país, aquellos que hemos tenido experiencia en misiones de paz, en asistencia humanitaria, nos preparamos para eso y nos sentimos muy confiados en tener empatía y comprender que la persona que necesita es la importante, y hay que estar siempre a disposición para ayudar”, expresó el Coronel Salguero.
Escrito por
Centro de Información de Naciones Unidas para Argentina y Uruguay